La disciplina que regula este ámbito es la Radioprotección.  Definida como:

“Disciplina de fuerte contenido biológico, sanitario, físico, técnico y naturalista, que tiene como objetivo preservar el estado de salud y el bienestar de los trabajadores y de los individuos que forman la población, reduciendo los riesgos sanitarios procedentes de las radiaciones ionizantes en la realización de actividades humanas que estén justificadas por los beneficios que confieren a la sociedad y a sus miembros. Según su objetivo, esta disciplina protegerá también el medio ambiente” (extraído libremente de “Lezioni elementari di radioprotezione, C. Polvani”) [Lecciones elementales de radioprotección].

 El interés principal se centra en el invisible fenómeno físico que nos rodea día tras día, en las más variadas formas: la radiación.

En general, la palabra radiación en física se usa para describir diversos fenómenos. Las transmisiones de radio, la luz visible, los rayos infrarrojos, los rayos X de un equipo radiógeno, etc. son todos, de hecho, fenómenos físicos relacionados con las radiaciones.

 


El elemento común es la transferencia de energía entre dos puntos en el espacio, con o sin movimiento de material corpuscular.  Aquí se crea la primera diferencia, que clasifica las radiaciones en dos grandes familias, según el método de transferencia de dicha energía en el espacio:

Radiaciones electromagnéticas:

se propagan en el espacio a la velocidad de la luz y no tienen entidad física propia. Según su nivel energético y su longitud de onda, estas se clasifican en radiaciones eléctricas, radio, infrarrojos, luz visible y rayos X.

Las radiaciones electromagnéticas se subdividen a su vez en: radiaciones ionizantes (rayos X y Gamma) y radiaciones no ionizantes. La diferencia principal entre estas dos categorías está en la capacidad o no de excitar, a través de efectos secundarios (en vocabulario técnico ionizar), los átomos de la materia alcanzada y atravesada por el haz de radiaciones.

El fenómeno se debe a intercambios de energía entre la radiación (cargada) y los componentes elementales de la materia (menos cargados). El efecto final es el de excitar la materia, haciendo que los electrones salten de un nivel energético al siguiente o incluso hasta salir de la órbita alrededor del núcleo.

 

Radiaciones corpusculares:

están formadas por partículas subatómicas (electrones, positrones, núcleos atómicos, neutrones) que se desplazan a velocidades cercanas a la de la luz. También este tipo de radiaciones tiene capacidades ionizantes para la materia. De todas formas, en este caso, la excitación de los electrones se debe principalmente a las colisiones directas entre la materia corpuscular y los átomos.

El parámetro que determina la capacidad de penetración en la materia de las radiaciones es el LET (ley de transferencia lineal de energía). Este parámetro indica, de hecho, la relación entre la potencia de la radiación y la distancia recorrida. La potencia de las radiaciones ionizantes está expresada en electrovoltios [eV].

 


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